viernes, 16 de diciembre de 2016

INNOVACIÓN EN LA FORMACIÓN PARA EL TRABAJO (2 de 4 )

INNOVACIÓN EN LA FORMACIÓN PARA EL TRABAJO (2 de 4 )

2. APUNTES PARA LA ACCIÓN 

Estamos, pues, ante una revolución que parece ha sido aceptada así en el quehacer de, al menos, nuestras instituciones de enseñanza superior y de acciones en el ámbito no formal, puesto que no hay hoy, que sepamos, institución universitaria que no se haya ubicado de algún modo en el desarrollo de la enseñanza a través de Internet y que, incluso, muchas de ellas cuenten con “valedores” importantes (empresas, entidades financieras o de otro tipo, etc.) 
De todos modos, si se analizan las diferentes ofertas a las que se puede acceder, siguen siendo las empresas y, dentro de ellas, los directivos, las que más están utilizando la formación “en línea”. No se trata, hasta ahora y si tomamos ese hecho como punto de referencia, de ofrecer formación dirigida a facilitar el empleo, sino de tener a disposición una formación diversa, adaptada a diferentes necesidades y que permite ser desarrollada sin desplazamientos ni otros esfuerzos adicionales. 

Realmente, cuando se trata de la adquisición de formación para acceder al mercado laboral o para la obtención de títulos “reconocidos”, la elección de formación “en línea” es más comprometida y se tienden a utilizar más los programas presenciales. Eso no deja de ser curioso cuando son las propias empresas las que han favorecido o propiciado el desarrollo de plataformas y servicios de formación. 
El mercado laboral viene exigiendo cada vez con mayor claridad el uso de las TIC y no sólo como herramientas básicas para la comunicación o las propias acciones de la empresa, sino también como medio para la transmisión del conocimiento y, en muchos casos, para la gestión de ese conocimiento. De este modo creemos que es imprescindible conocer las oportunidades o ventajas que ofrecen las TIC tanto en el ejercicio profesional como en su desarrollo. 
Sabemos, de todos modos, que, a pesar de las inversiones en equipamientos, las TIC están tardando en tener un impacto adecuado, tanto en el sistema educativo formal como en el no formal, quizá porque su grado de penetración haya tardado en ser importante o porque su uso no ha sido el adecuado al no usarse de acuerdo a las nuevas visiones del aprendizaje. Del mismo modo no ha acabado de asumirse que el aprendizaje es una actividad individual, aunque mediada socialmente (lo que debe de llevarnos a potenciar las redes sociales y la comunicación) o que Internet permite aprender desde cualquier sitio a cualquier hora. Todo eso está íntimamente ligado al hecho de que no se han establecido con claridad los retos de la formación ni su papel en la construcción de la sociedad del futuro o a que se ha perdido parte del espíritu crítico necesario para afrontar tanto el aprendizaje y su sentido como la vida. 
Debido a todo ello ya apuntamos más arriba que el problema no está tanto en si usar o no las herramientas, como en establecer la perspectiva y la finalidad con las que se deben usar, pues es cierto que los nuevos recursos que la tecnología pone a disposición de la formación no dejan de tener un cierto componente especulativo. 

Es cierto que, desde esa afirmación, asumimos que las TIC deben incluirse como elementos para la mejora de los ámbitos formativos, para lo que deben cambiar las pautas de formación de los formadores y la forma en que éstos afrontan los procesos de aprendizaje, aparte del resto de componentes del proceso de enseñanza y aprendizaje. 
La rápida evolución de las TIC y de las demandas sociales que se derivan de su asunción plantean nuevos retos a la sociedad en general y a los centros de formación en particular. Las nuevas visiones del aprendizaje que se derivan de los cambios sociales y tecnológicos aparecen, las más de las veces, asociadas a las TIC. De esta forma, las TIC se presentan como un motor de cambio e innovación de la formación y del sistema educativo. Pero para que ese cambio tenga lugar se necesita que las TIC penetren realmente en el sistema formativo y que pasen de ser consideradas como objeto de estudio reducido al ámbito curricular a ser utilizadas de manera transversal e integral en todas las facetas del proceso educativo (NSBF, 2002; Aviran & Talmi, 2004; Benito, 2005). 
La situación de partida respecto al impacto que las TIC están teniendo en la escuela y en la formación es pesimista en general, porque, a pesar del tiempo transcurrido desde la aparición de las primeras herramientas TIC, el uso real de estos recursos, ni ha llegado a ser masivo, ni parece haber cambiado sustancialmente la forma en que el profesorado entiende los procesos de aprendizaje y, lo que es peor, no parece haber cambiado las pautas de formación del profesorado que hoy se siguen en los centros universitarios, caracterizados por una visión bastante tradicional y convencional del proceso (Benito & Ovelar, 2005). 
Este pesimismo es puesto de manifiesto, tal y como señala Benito, M. (2008), por estudios como: 
El informe Information Technology: Its Impact on Undergraduate Education in Science, MathemaTIC, Engineering, and Technology (1998). 
El estudio Impact of the Internet on Learning and Teaching (Arsham, 2002). 
El informe Engaged Learning: Fostering Success for All Students, realizado dentro del National Survey of Student Engagement (2006). 
Erik Duval (2005), presidente de la Fundación ARIADNE, diciendo que en general, a gran escala, «el impacto de la tecnología en la forma en que las personas aprenden han sido mínimos». 
White (2005, p. 3), autor del informe Beyond the Horseless Carriage: Harnessing the potential of ICT in education and training, señala que «mientras que las TIC han transformado notablemente la práctica en los negocios, la Administración, las finanzas y la industria, aún tienen que transformar la forma en que se realiza la educación y la formación [...] Lo que caracteriza al proceso de integración de las TIC en las escuelas e instituciones de formación es la resistencia al cambio mostrada a lo largo de los últimos 20 años». 
Rod Paige (2004, p. 22), secretario de Educación de los EEUU, señaló que «La educación es el único negocio que debate todavía el uso de la tecnología. La escuela se mantiene sin cambios en su mayor parte, a pesar de numerosas reformas y del incremento de inversiones en ordenadores y redes». 
El último informe sobre la implantación y el uso de las TIC en los centros docentes de educación primaria y secundaria (curso 2005-2006) publicado por el Ministerio de Educación, ya pone de manifiesto la débil penetración de las TIC en el tejido educativo al afirmar que «existe una distancia entre la competencia en TIC de los estudiantes y los hábitos de uso en el centro escolar. Hay una distancia importante entre los hábitos y las competencias que los estudiantes declaran tener en relación con las TIC y la escasa presencia de estas actividades en los centros educativos. Los alumnos dicen saber resolver numerosas tareas con TIC y emplearlas en contextos diversos (juego, ocio, comunicación, información y aprendizaje), pero los usos que se hacen de ellas en los centros educativos resultan reducidos (tanto en variedad como en frecuencia”.


Este mismos autor (Benito, 2005) señala los siguientes problemas en la relación TIC y Formación 
Grandes inversiones, pequeños resultados: “En los ámbitos educativos las tecnologías se han utilizado de manera poco sistemática y en no pocos casos ha existido un rechazo a la implementación de las mismas... Los retrasos en la aplicación al mundo educativo de los nuevos artilugios tecnológicos vienen siendo una realidad desde siempre. La comunidad educativa es generalmente conservadora en sus hábitos metodológicos e históricamente le ha costado mucho incorporar los avances tecnológicos». 
La convivencia en la práctica de diversos paradigmas: lo que ha hecho que se repitieran los pasos del propio proceso de desarrollo del conocimiento sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje en el acercamiento e implantación de las TIC a la formación: 
o Los modelos conductistas
o Enseñanza asistida por ordenador o Enseñanza basada en Internet
o El aprendizaje flexible
o Las redes sociales 
La confusa (en palabras de Siemens, 2004) presentación de las teorías del aprendizaje, que han provocado que ese aprendizaje haya sido concebido en la practica como: 
o Caótico, diverso y difuso, no necesariamente planificado y estructurado. 
o Continuo y extendido o mediado por los procesos de comunicación y, desde luego, fuertemente determinado por las necesidades del que aprende. Desde su punto de vista, el modelo de aprender asistiendo a cursos se está sustituyendo por el de aprender en función de las propias necesidades. 
o Construido/creado en comunidad: en lugar de que los estudiantes adquieran conocimiento consumiendo pasivamente contenidos, el conocimiento es el resultado de la construcción conjunta de expertos y amateurs. 
o Complejo, porque es multidimensional y porque un pequeño cambio en una parte del proceso puede producir grandes cambios en otras partes del proceso de aprendizaje o de la Red. 
o Conectado: el aprendizaje tiene lugar por medio de redes y su diversidad produce nodos especializados; conexión y especialización son dos elementos esenciales de la visión de Siemens sobre el aprendizaje. 
o Continuo e incierto: el aprendizaje tiene lugar en todo momento y a lo largo de la vida, pero hay una cierta imprevisibilidad del mismo, que aumenta con la duración del periodo de tiempo en el que tiene lugar el aprendizaje. 
Este último autor (Siemens, 2005) defiende que estamos “en la etapa del aprendizaje compartido, en la que convergen las ideas básicas del constructivismo con un escenario fuertemente conectado y donde las conexiones propician la aparición de redes formales o informales, en las que tienen lugar un buen número de aprendizajes. Ante esta situación, cabe preguntarse por los retos que está afrontando actualmente la escuela y por los que previsiblemente tendrá que afrontar en el futuro”. 
En cualquier caso es preciso tomar en cuenta los retos que, según nuestro criterio, han de tomarse en consideración, tanto en la formación como en la inclusión de mediadores y recursos en su proceso, pues ello puede alumbrar la toma de decisiones al respecto. 
En este sentido y sin más afán que el de dejar elementos para la reflexión, apuntamos: 
•La escuela (entiéndase en su sentido más amplio) no dejará de ser un elemento importante de la sociedad, pero ha de adaptarse necesariamente a la dinámica a su entorno. 
•La escuela ha de usar, también necesariamente, cada vez más tecnología como facilitadora de los aprendizajes de los alumnos, lo que debe propiciar su flexibilidad (organizativa, formativa, de relaciones, etc.). Esto no supone que la sociedad vaya a imponer modelos no presenciales para los tramos obligatorios –ni que eso fuera bueno, según nuestro criterio-, pero sí que van a cambiar –han de hacerlo- muchas de las relaciones que hoy se dan en exclusividad en su ámbito. 
•La relación de los individuos con sus entornos sociales y culturales, con sus relaciones, mundo del trabajo o de los servicios... va a cambiar a un ritmo bastante vertiginoso 
•La relación de los individuos con la información va a ser exclusivamente electrónica, lo que implicará que los individuos necesitarán un mayor espíritu crítico para buscar, analizar, tratar o juzgar esa información, así como contar con esquemas cognitivos diferentes a los que estamos acostumbrados. 
•Buena parte de los aprendizajes estarán apoyados en las redes sociales y se darán fuera de los centros formativos. 
•Los individuos serán a la vez consumidores de información y creadores de ella a través de acciones individuales o comunitarias (comunidades virtuales o redes sociales) 
•La virtualidad cubrirá un espacio importante de la web y la formación deberá tender a implicarse en su uso, en la medida en que esos escenarios puedes propiciar tácticas relevantes para el aprendizaje. 
•En ese espacio virtual, la simulación y los juegos cobrarán un papel importante, lo mismo que las nuevas formas de “socializar” el intercambio de información: blogs, wikis, vídeo, podcasts, telefonía móvil con sus posibilidades, etc. 
•El aula será, a través de las nuevas herramientas, un espacio abierto, flexible, amplio, inabarcable, difuso, etc. 

Se nos dibuja un panorama en el que los profesores y formadores deben dejar de ser unos oradores o instructores para convertirse en asesores y mediadores del proceso de enseñanza y aprendizaje, a la vez se hace preciso que, para que las TIC tengan el impacto que la sociedad requiere sea necesario contar con centros con “e-madurez” y con profesorado con “e-conocimiento”, dispuestos a la innovación. A la vez es preciso integrar las TIC en los currículos oficiales y en los procesos de evaluación. 
Caminamos hacia la Sociedad de la Información y el Conocimiento (SIC) y esa sociedad requiere desarrollar la capacidad de llevar a cabo aprendizajes de diversa naturaleza a lo largo de nuestras vidas y de adaptarse rápida y eficazmente a situaciones sociales, laborales y económicas cambiantes. O, de otro modo, estamos ante un nuevo panorama educativo que necesita: 
Una actualización permanente de los conocimientos, habilidades y criterios (aprendizaje a lo largo de la vida). 
Una mayor relevancia del dominio de los procesos y estrategias cognitivas y metacognitivas frente al de los contenidos (aprender a aprender). 
Un cambio en el concepto de alfabetización que contemple nuevos campos, como el de la comunicación mediada, el multimedia en red o las nuevas pantallas. 
Una evolución desde el aprendizaje individual hacia el aprendizaje en grupo y luego hacia el aprendizaje en comunidad, donde el conocimiento se construya socialmente. 
Una modificación de los papeles de profesores o formadores y de los alumnos. 
Un alumno que deje de ser un mero acumulador o reproductor de conocimientos y que pueda llegar a ser un usuario inteligente y crítico de la información,. 
Unos profesores formados y con confianza en las TIC , que sean capaces de utilizarlas más allá de reforzar su práctica tradicional 
Unos centros educativos flexibles, capaces de generar nuevas formas de organización y unos sistemas de formación que garanticen el acceso al aprendizaje electrónico.

En definitiva, "el desafío es utilizar la tecnología de la información para crear en nuestras escuelas un entorno que propicie el desarrollo de individuos para que tengan la capacidad y la inclinación para utilizar los vastos recursos de la tecnología de la información en su propio y continuado crecimiento intelectual y expansión de habilidades. Las escuelas deben convertirse en lugares donde sea normal ver personas comprometidas en su propio aprendizaje." (Bosco, 2005). 

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