viernes, 5 de agosto de 2016

HACIA DÓNDE VAMOS


El mundo occidental está invirtiendo la pirámide de su población, se ha globalizado, se ha hecho más complejo en sus actitudes, ideas y necesidades…. y exige políticos que sepan interpretar esta nueva situación, que requiere de medidas urgentes antes de que las polarizaciones a que está dando lugar hagan que la sociedad se rompa aún más.

Es visible ya que buena parte de la población se ha vuelto insensible y que tanto le da ya por donde vaya la política, han abandonado la ilusión y la esperanza y exteriorizan que TODOS los políticos son iguales. Ayuda a eso la ruptura generacional: hay más votantes con edades superiores a la de los políticos en el ruedo social y, por lo mismo, con distinto prisma de lo que IMPORTA y lo que no importa. 

Además, los nuevos políticos vienen cargados de estrategias y tácticas, de ganas de darse a conocer, de teatralidad, de “humo”, de falta de criterio y aun de formación política, vienen “vírgenes” de la realidad, pero vacíos de contenido y de ideología.

En esa dualidad, cruzada con la crisis económica, otra dinámica es la de que los votantes se dejan llevar por populismos que, en todos los momentos de la historia, fueron peligrosísimos y proporcionaron más sangre que gloria.

No pondremos ejemplos ni de antes ni de ahora. Son de sobra conocidos y no hay que ser demasiado pesados. Solo apuntaremos qsue hemos de convencernos que la mejor aportación política que podemos hacer es la de CONSTRUIR, en vez de la de DESTRUIR, sin perder ideologías, sin mostrar solo poses ensayadas y palabras aprendidas la tarde antes. 

Hay que dar valor (VALOR) a nuestras instituciones y hacer visible ese valor, sin demagogias, pues ellas rompen el único armazón que nos queda como estructura social.

Nadie tiene una barita mágica para solucionar nuestros problemas, pero si cada uno pone en orden su metro cuadrado, entre todos los solucionaremos.


Aun así me temo que los petimetres que nos hemos dado… no darán nunca la talla que esta sociedad necesita, porque no saben leer lo que quieren los ciudadanos (aunque cada uno haga una lectura o precisamente por eso).

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