domingo, 7 de agosto de 2016

¿LO QUE NECESITAMOS?

¿LO QUE NECESITAMOS?

Algunas veces (quizá demasiadas) confundimos lo que realmente necesitamos con lo que pedimos, impelidos por modas, esnobismos, campañas de mucho ruido y pocas nueces…. 

La verdad es que interpretar lo que NECESITAMOS es un ejercicio arriesgado, porque no es sino la expresión SUBJETIVA de alguien (en solitario o en grupo) o de un estudio superficial u oceánico al que es difícil “domesticar” y en el que se suelen mezclar las dos dimensiones.

Sobre lo segundo, no hay problema, se acude a la hemeroteca más cercana o se arma uno del medicamento adecuado y se aguantan unas cuantas tertulias.

El problema, en ambos casos, es que la decisión que se tome va a marcar un camino y va a encerrar (de un modo u otro -explícito o implícito-) una dirección ideológica difícil de controlar, tomada la decisión que sea.

En nuestro caso ocurre que la falta de liderazgos “serios” hace que nos confundamos entre los pseudolíderes, simplemente políticos o aprendices y/o arribistas a la política (que solo piensan en ellos y su partido y, en todo caso, en la siguiente elección) y los estadistas (que intentan mirar más lejos y piensan al menos en la siguiente generación, en el futuro).

Es difícil ubicarse, pero ejemplos de esas dos categorías los podemos encontrar cercanos en el tiempo y en el espacio y el tema tiene su importancia, porque todas las reformas o nuevas disposiciones, en el sentido que sean, han de contar con la cooperación de la sociedad o de buena parte de ella.

Hay dos tipos de de reformas, por otra parte, que son urgentes y muy necesarias en nuestra sociedad o, si se prefiere, dos conjuntos de reformas.

El primer grupo haría referencia a la estructura política, al papel y organización de las instituciones y a la economía. Tenemos mas políticos por cabeza que ningún otro país del mundo civilizado, más entramado de normas y distribución de “papeles” en nuestra organización que la galaxia entera, más diferentes normas que religión alguna o que la suma de todas ellas y muy pocos que paguen tanto despilfarro.

El otro grupo estaría formado (y no deja de ser una visión particular del tema, por lo que lo digo con cierta cautela) la reforma de la EDUCACIÓN y la entronización de un esquema de VALORES que nos identifique y nos de carta de naturaleza, porque vivimos en el imperio del individualismo hedonista y más que sociedad parecemos un enjambre cabreado y perdido.

En el primer caso el resultado está siendo tanto la desafección y desencanto por la política como la creencia (cada vez más generalizada) de que LOS POLITICOS SON EL PROBLEMA (y lo digo aun sabiendo que en todo momento de crisis han existido reacciones de este tipo). Y no nos engañemos, es la recuperación económica la que trae la recuperación política y no al revés, no engañemos al personal con palabras altisonantes. Pero malo es (y peligroso) que se note que los políticos y la política se desentiendan y vivan (o así lo parezca) desconectados de de las necesidades de la sociedad.

Eso sin olvidar que la organización institucional, en tiempos de crisis, puede dar y da lugar a EMOCIONES IDENTITARIAS (por usar palabras prestadas y ser fino) que borran la racionalidad más básica y pone por delante la demagogia de la eficacia sobre la legitimidad.

No tengo suficiente preparación en cuestiones económicas, pero me parece que existen al menos menos tres aspectos que es NECESARIO reformar en ese ámbito: El sistema de pensiones, la cobertura del desempleo, la regulación laboral y los servicios sociales básicos, que como tales quizá tengan que ser los primeros en ser solucionados: Educación, Sanidad y Seguridad y sea cual sea la ideología desde la que se analice la cuestión, pues esos tres parámetros son los pilares de eso que tan rimbombantemente denominamos BIENESTAR.


Sobre la Educación y los Valores tendremos ocasión de incidir en otro momento.

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