domingo, 14 de agosto de 2016

SOMOS ÚNICOS (III)

SOMOS ÚNICOS (III)

En la vida, en su desarrollo, hay momentos especialmente difíciles (no importa tanto la razón como el estado por el que hay que transitar). Son momentos en los que incluso uno piensa que todo se acabó, que no puede haber más o que no puede existir nada peor. Todo se ve oscuro, con una “negritud” imposible de atravesar. Huyes de la gente de alrededor (y otros huyen de ti)….y te instalas en el fondo de una cueva que te parece imposible de escalar.

Sabes que es malo rendirse, por más que la soledad te muerda las entrañas. Sabes que no hay que ceder aunque creas que no quedan fuerzas ni para ponerte en pié, que no ves la luz de la entrada de esa cueva en la que te has instalado. 

En esos momentos hay que buscar en los sueños, porque en ellos está tu vida, esa vida que es tuya y solo tuya. En esos sueños encontrarás el deseo de salir, de vivir, de buscar el aire. Has de pensar que cada día es un tiempo nuevo que requiere ser recorrido.

No es preciso aspirar a mucho. Apenas saber que luchaste lo que pudiste y que puede seguir siendo así, que tuviste lo que buenamente pudiste y lo viviste, que amaste eso que tuviste y que lo perdido no era todo tuyo, mucho de ello provenía de otras personas.

Piensa que esos momentos son la vida misma y que, como en el contacto con los demás, la vida y las personas hay que descubrirlas poco a poco. Piensa también que las apariencias engañan, que la esencia se “siente” y que aquello que más cuesta es lo que más se necesita.

No busques en los demás. No hay nada ni nadie indispensable. Cada persona que llega a tu vida tiene un papel, tan especial como quieras, pero solo eso.

No te importe que unos se vayan, desea que les vaya bien.  Cuida a los que queden o te lleguen. Ellos te pueden regenerar los sentimientos. Porque la vida, tu vida, está en ti. 


La responsabilidad de cada uno está en hacer que las cosas sucedan de una determinada manera, por más molesto que eso pueda parecer a todos aquellos que nunca han estado en tus zapatos ni quieren hacerlo.

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