jueves, 8 de septiembre de 2016

DE LA POLÍTICA Y LA EDUCACIÓN

DE LA POLÍTICA Y LA EDUCACIÓN
Es impensable encontrar una sociedad sin política o que exista una política totalmente exenta de ideología. Siendo coherentes con este pensamiento ha de decirse que cualquier acción política, y las educativas con mayor razón, llevan dicha carga. Es más, normalmente, esa ideología se manifiesta dominante y alcanza el poder que le permite tomar decisiones, es decir gobernar. Lo cual significa dirigir e implimentar acciones que inspiran o controlar nuestra forma de actuar, y consiguientemente, de educar. 
Quien tiene la facultad de gobernar ostenta un poder, que, en el mejor de los casos, es conseguido y mantenido por procesos democráticos. En situaciones de ese tipo, los ciudadanos confían en sus dirigentes durante determinados períodos para alcanzar unos objetivos. En política educativa esa toma de decisiones afecta a campos tales como: 
Principios de política educativa inspirados en Maastricht: 
  • Principio de educación permanente.
  • La educación como derecho universal.
  • Principio de responsabilidad solidaria. 
  • Principio de no discriminación.
  • Principio de libertad de educación.
  • Principio de promoción de responsabilidades sociales. 
  • Principio de respeto y armonía en lo uno y lo múltiple. 
  • Principio de igualdad de oportunidades. 
Problemas a los que se enfrenta la educación en el siglo XXI: 
  • Las demandas de calidad de la educación a impartir. 
  • La diversidad de sistemas educativos europeos.
  • La homologación y acreditación de las titulaciones. 
  • La movilidad de los alumnos y profesorado. 
  • El incremento de los presupuestos para educación e investigación. 
  • El papel de las instituciones educativas y la organización social. 
Los fines educativos: 
  • La educación obligatoria y gratuita.
  • El desarrollo de las capacidades del individuo.
  • La participación social del ciudadano.
  • La formación de base más la formación para el mundo del trabajo. 
  • La preparación de los universitarios, humanistas o científicos. 
La planificación educativa: 
  • Los presupuestos. 
  • Las instituciones.
  • La formación del profesorado. 
  • La estructuración del sistema. 
El curriculum en los diversos niveles:
  • Las demandas educativas y sus destinatarios. 
  • Homogeniedad o diversidad.
  • Objetivos por ciclos o niveles.
  • Selección y secuenciación de contenidos. 
  • Metodologías y actividades.
  • Medios y recursos, incluido el papel de las NNTT. 
  • La evaluación de los aprendizajes. 
El seguimiento y la evaluación de sistema educativo

  • Finalidad de la evaluación. 
  • La supervisión del sistema.
  • Los agentes evaluadores.
  • Modelos de evaluación.
  • Los cambios y transformaciones del sistema. 
Podría ampliarse la relación, pero el listado puede trasladarse fácilmente a la multiplicidad de enfoques posibles, todos ellos discutibles y no exentos de argumentos y razones, procedentes de la historia, de la tradición, de estudios científicos con base psicológica, demográficos, sociológicos, económicos, etc. y otros: de estudios procedentes de la educación comparada, de la organización escolar, de la didáctica o de la pedagogía terapéutica. 
Parece muy acertado, para concluir, tomar en consideración el siguiente párrafo de Bunge en el que se advierten varias intencionalidades:
Una ideología científica no es mejor ni peor que una no científica por el sólo hecho de ser científica. El que una ideología sea admirable y digna de ser tomada por guía para la acción social depende de que incluya valores, metas y medios admirables. Una ideología científica buena es controlada no sólo por el mejor conocimiento disponible, sino también por una doctrina moral capaz de justificar los valores, fines y medios incluidos en la ideología de marras. Por consiguiente, en lugar de considerar las ideologías separadamente de otros objetos culturales, deberíamos evaluarlas a la luz de la ciencia social, de la moral y de los intereses de la mayoría” (1985:132)

Referencia: BUNGE, M. (1985): Seudociencia e ideología. Madrid: Alianza Editorial

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