DE LA POLÍTICA Y LA EDUCACIÓN
Es impensable encontrar una sociedad sin política o que exista una política totalmente exenta de ideología. Siendo coherentes con este pensamiento ha de decirse que cualquier acción política, y las educativas con mayor razón, llevan dicha carga. Es más, normalmente, esa ideología se manifiesta dominante y alcanza el poder que le permite tomar decisiones, es decir gobernar. Lo cual significa dirigir e implimentar acciones que inspiran o controlar nuestra forma de actuar, y consiguientemente, de educar.
Quien tiene la facultad de gobernar ostenta un poder, que, en el mejor de los casos, es conseguido y mantenido por procesos democráticos. En situaciones de ese tipo, los ciudadanos confían en sus dirigentes durante determinados períodos para alcanzar unos objetivos. En política educativa esa toma de decisiones afecta a campos tales como:
Principios de política educativa inspirados en Maastricht:
- Principio de educación permanente.
- La educación como derecho universal.
- Principio de responsabilidad solidaria.
- Principio de no discriminación.
- Principio de libertad de educación.
- Principio de promoción de responsabilidades sociales.
- Principio de respeto y armonía en lo uno y lo múltiple.
- Principio de igualdad de oportunidades.
Problemas a los que se enfrenta la educación en el siglo XXI:
- Las demandas de calidad de la educación a impartir.
- La diversidad de sistemas educativos europeos.
- La homologación y acreditación de las titulaciones.
- La movilidad de los alumnos y profesorado.
- El incremento de los presupuestos para educación e investigación.
- El papel de las instituciones educativas y la organización social.
Los fines educativos:
- La educación obligatoria y gratuita.
- El desarrollo de las capacidades del individuo.
- La participación social del ciudadano.
- La formación de base más la formación para el mundo del trabajo.
- La preparación de los universitarios, humanistas o científicos.
La planificación educativa:
- Los presupuestos.
- Las instituciones.
- La formación del profesorado.
- La estructuración del sistema.
El curriculum en los diversos niveles:
- Las demandas educativas y sus destinatarios.
- Homogeniedad o diversidad.
- Objetivos por ciclos o niveles.
- Selección y secuenciación de contenidos.
- Metodologías y actividades.
- Medios y recursos, incluido el papel de las NNTT.
- La evaluación de los aprendizajes.
El seguimiento y la evaluación de sistema educativo:
- Finalidad de la evaluación.
- La supervisión del sistema.
- Los agentes evaluadores.
- Modelos de evaluación.
- Los cambios y transformaciones del sistema.
Podría ampliarse la relación, pero el listado puede trasladarse fácilmente a la multiplicidad de enfoques posibles, todos ellos discutibles y no exentos de argumentos y razones, procedentes de la historia, de la tradición, de estudios científicos con base psicológica, demográficos, sociológicos, económicos, etc. y otros: de estudios procedentes de la educación comparada, de la organización escolar, de la didáctica o de la pedagogía terapéutica.
Parece muy acertado, para concluir, tomar en consideración el siguiente párrafo de Bunge en el que se advierten varias intencionalidades:
“ Una ideología científica no es mejor ni peor que una no científica por el sólo hecho de ser científica. El que una ideología sea admirable y digna de ser tomada por guía para la acción social depende de que incluya valores, metas y medios admirables. Una ideología científica buena es controlada no sólo por el mejor conocimiento disponible, sino también por una doctrina moral capaz de justificar los valores, fines y medios incluidos en la ideología de marras. Por consiguiente, en lugar de considerar las ideologías separadamente de otros objetos culturales, deberíamos evaluarlas a la luz de la ciencia social, de la moral y de los intereses de la mayoría” (1985:132)
Referencia: BUNGE, M. (1985): Seudociencia e ideología. Madrid: Alianza Editorial
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