martes, 13 de septiembre de 2016

EL FUNDAMENTALISMO POLÍTICO

EL FUNDAMENTALISMO POLÍTICO

En estos tiempos, tanto la clase política como la base social que les secunda, están más interesados en sus “juegos” tácticos y en esconder tanto su realidad como la realidad social en general.

Es una posición que se me antoja casi suicida, porque el mundo no deja de girar por lo que ocurra eso en estas latitudes y porque ese hecho es producto (creo que con claridad) de sus propios intereses, intereses que, por otra parte, nada o poco tienen que ver con los de la ciudadanía. Esa postura, por otra parte, tiene una variable añadida, que es peligrosa, en tanto provoca la desafección entre el mundo social y político.


   
No se pueden implantar por la fuerza posiciones forzadas y parciales. Una razón está en la manipulación que eso conlleva y en la destrucción de ideologías y éticas, en la imposición de visiones sociales, económicas y culturales y otra razón está en la conversión de algunas otras posturas políticas en mitos y religiones, sin más fuerza que el “fervor” y la “fe”.  Añadiría que hay una tercera razón, como sería la concordancia de esas posturas con las necesidades sociales.

Bajo ambas posturas , digamos que ideológicas, que subyacen bajo los juegos malabares y tácticas de unos y la creación y asentamiento de mitos y magias de otros, hay COLONIZACIÓN, esto es, la concepción de conceptos como los de “autoridad”, “legitimación” o “liderazgoverticales, dando lugar a una relación espuria entre quien domina (parte de la clase política) y el dominado (el pueblo).

Las ideologías dejan de ser constructors sociales, motores de cambio y avance, creadores de cambios positivos, asentadoras de bienestar social, etc. en la medida en que DEFORMAN la realidad y ocupan, bajo palabras vacías, la realidad y la esperanza, sin importar utilizar la UTOPÍA con tal de pervivir y mantener “creyente y fiel” al personal.

Nuestras clases políticas, tanto las amplias (de implantación nacional) como las restringidas (llamadas nacionalistas) utilizan discursos para DISFRAZAR LA REALIDAD. El lenguaje es publicitario, que es la mejor forma de disfrazar la demagogia o porque esa demagogia se presente como una verdad llena de esperanzas (esa que los ciudadanos necesitan).


Viene al pelo aquí una frase de Pablo Freire: “No puede haber palabra verdadera que no sea un conjunto solidario de dos dimensiones indicotomizables, reflexión y acción. En ese sentido, decir la palabra es transformar la realidad. Y es por ello también por lo que decir la palabra no es privilegio de algunos, sino derecho fundamental y básico de todos los hombres”. 
(FREIRE, Paulo. “La Educación Como Práctica de la Libertad”. Edit., Siglo XXI. México. Pp. 15-16).

Tanto las derechas como las izquierdas, tanto los generalista (por llamarlos de alguna manera) como los “parciales”, están sobrados de cierta locura, pues todos ellos niegan la realidad, OCULTAN la realidad, retorciéndola para hacer creíbles sus planteamientos, que son exclusivistas y nepóticos. Y presentan o intentan representar su VERDAD como ÚNICA manera de interpretar el mundo, el ser humano, el trabajo… la vida.

Es malo reconocer que cada grupo político intente IMPONER una única manera de ver el mundo a través de presentar una ÚNICA manera de hacerlo y que se puede silenciar todo lo demás. Eso tiene un nombre y muchos ejemplos en la historia de la humanidad.

Nuestros grupos políticos y alguna parte de la sociedad se está volviendo FUNDAMENTALISTA, al plantear sus formulaciones como ÚNICAS y al no admitir otros criterios, como si su postura fuera SAGRADA y esa postura justificara por sí misma la AUTORIDAD para silenciar, agredir o despreciar al que no comparta su propia ideología. No hay más enfoque que el mío: eso es FUNDAMENTALISMO.


Y eso están haciendo los nacionalistas (que ya han fracturado la sociedad), y eso han aprendido a hacer centristas, socialdemócratas, comunistas (si es que queda alguno) y luchadores por romper el sistema (sin decir cuál hemos de asumir, no sea que veamos que no tienen respuesta).

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