miércoles, 7 de septiembre de 2016

LA CALIDAD EN EDUCACIÓN (I)

Nuestra sociedad occidental -democrática y desarrollada, según se autodenomina- está constituida con un conglomerado de ideas, conocimientos, estructuras, organizaciones, circunstancias políticas, sociales, económicas y culturales extremadamente complejas e inteactuantes, que hacen que las personas que la integran se encuentren inmersas en un sistema dinámico y abierto a la información, en el que la defensa de derechos y libertades, junto con la exigencia de los deberes, por medios democráticos es la esencia de su equilibrio (más o menos estable según el devenir de los acontecimientos, como estamos viendo).
En esta sociedad de la información y propiciadora del conocimiento las relaciones personales, las formas de operar y las estructuras del poder han cambiado mucho. La familia tradicional ha desaparecido, así como los marcos referenciales , que no solamente son muy distintos, sino que se han convertido en “volubles”.  

El trabajo en las empresas ha pasado o está pasando a ser una actividad humana en la que el conocimiento y el tratamiento de la información es más importante que la fuerza. De este modo la materia prima más importante que se transforma no son las cosas, sino las ideas y la información, mientras que la toma de decisiones sobrepasa en mucho, por efecto de la globalización, a la esfera de los poderes tradicionales, conocidos, fijos y establecidos.
 ¿Qué hace, o cuál es el papel de la escuela o de la educación ante este panorama? La respuesta es clara: educar a más personas y mejor; sin embargo en la práctica esto no es tan claro. ¿Cómo conseguirlo? 
Una de las posibles alternativas de solución viene dada por la necesidad de ser más eficaces y más eficientes en la consecución de lo pretendido, pero resulta que tampoco está claramente definido aquello que se quiere conseguir; dicho de otro modo ¿qué debe enseñarse en los centros, desde la escuela a la universidad y desde esa primera preparación o formación inicial para el primer empleo hasta aquello que es necesario para mantenerse en él e, incluso, poder promocionar? 
No basta con conocer un saber (enseñado o aprendido). La sociedad actual, “superrevolucionada” y cambiante no lo garantiza, nos dice que es necesario además del saber, el saber hacer, el saber estar y más recientemente se propone: aprender a aprender continuadamente, permanentemente; aprender a olvidar y aprender a vivir juntos.
Hasta ahora se ha venido construyento el curriculum en función de dos criterios: la eficacia y la eficiencia y sobre bases técnicas y económicas fundamentalmente. En estos momentos, sin que la sociedad haya olvidado esos criterios, empiezan a aparecer otros de distinto calado. como pueden ser los de equidad, suficiencia, satisfacción, igualdad, integración. …que poseen un componente mucho más social y personal, ligados más a lo ético, lo justo, lo solidario y lo personal. ¿Están cambiando los criterios o es una simple ilusión? ¿son valores incorporados o meras suposiciones dentro de un discurso políticamente correcto? 

Sea como fuere, hacia donde nos lleva la sinergia de los acontecimientos a corto y medio plazo es a entender y valorar la educación bajo el amplio paraguas de la calidad, si bien es necesario definir, desde el principio, el concepto, porque quizá nos hemos volcado todos hacia él sin analizar en profundidad qué queremos decir con esta palabra y, por tanto, transmitimos ideas muy diferentes bajo el mismo concepto, con lo cual no logramos sino confundir más el ya de por sí turbio panorama educativo y agregam inestabilidad a las numerosas personas e instituciones en él involucradas.

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