sábado, 3 de septiembre de 2016

LA NEGOCIACIÓN O EL ACERCAMIENTO AL OBJETO DE EVALUACIÓN.

LA NEGOCIACIÓN O EL ACERCAMIENTO AL OBJETO DE EVALUACIÓN. 
Al hablar de negociación queremos hacer referencia a la necesidad que existe de ponerse de acuerdo sobre una serie de cuestiones entre el evaluador o el equipo evaluado, y las personas implicadas, representantes, promotores de una institución u organismo de quien dependa aquello que se constituye en objeto de valuación. 
La negociación es especialmente importante en los casos de evaluaciones solicitadas, donde existe voluntariedad, en otras palabras allá donde exista cultura evaluativa, es decir, evaluaciones no impuestas, en las que no prima el carácter jerárquico, burocrático y administrativista, sino el de cambio y mejora. 
Este proceso de negociación debe ir precedido de un período o proceso de sensibilización que dé a conocer la funcionalidad y finalidad de la evaluación; se ha de explicitar, difundir entre los implicados (profesores, directivos, alumnos...) la necesidad y la potencialidad de la evaluación; convencerles de los valores implícitos en un proceso correcto de evaluación, qué debe garantizarse, en cuanto supone confianza en el evaluador, finalidad formativa, comprensiva y facilitadora de toma de decisiones, así como del uso honesto de las informaciones recogidas y la propiedad del informe. 
Logrado un clima positivo es el momento de negociar directamente con los implicados y responsables de las instituciones: alumnos, padres, profesores, directores de departamentos, coordinadores de ciclos, equipo directivo, claustro u otras instancias (Consejos Comarcales, Diputaciones, Centros de Acogida, Prisiones...) que son, en definitiva, los destinatarios del informe y los informantes, sin cuyo conocimiento, consentimiento, autorización y colaboración difícilmente podremos desarrollar nuestro trabajo. 
No es necesario que exista unanimidad en la aceptación, pero sí un cierto clima de aceptación. No es el caso de las evaluaciones institucionales derivadas directamente de la Administración, de tipo administrativo y burocrático, que son impulsadas y realizadas por los propios funcionarios o inspectores, que deben entenderse más como tareas de seguimiento, control o constatación del estado del sistema, que normalmente se fijan, después, en estadísticas e indicadores cuantitativos. Con ciertas matizaciones podría incluirse en este caso las evaluaciones institucionales universitarias. 
En concreto, es preciso realizar una negociación en el caso de evaluaciones institucionales llevadas a cabo por un equipo externo o por un equipo interno para tener constancia de la viabilidad de la propuesta y que todos (evaluados y evaluadores) tengan conciencia clara de lo que es y representa una evaluación y los compromisos que se adquieren por ambas partes. 
Es posible que el proceso de negociación no se limite a una o varias reuniones al inicio del proceso evaluativo, sino que a lo largo del mismo sea necesario rectificar, matizar o perfilar algunas cuestiones derivadas de acontecimientos que puedan acontecer. En uno u otro caso en el ánimo del evaluador debe prevalecer, incluso por encima de su trabajo técnico y especializado, el considerar la evaluación como un proceso de ayuda y de mejora . La evaluación no es un instrumento de control o de mera calificación o descalificación. En los procesos de sensibilización, explicación y de negociación esto ha de quedar claro, la sinceridad y la transparencia en los objetivos son primordiales.
En síntesis, se ha de decir que no existe un modelo ideal, sino que éste debe construirse ex profeso para cada situación evaluativa; no obstante, para la elaboración de dicho modelo debe considerarse lineal y paralelamente sobre los siguientes componentes (Jiménez, 1999, González Soto, 1999, Mateo 2000): 

  • Diseñar la evaluación  
  • Negociar
  • Recoger información 
  • Tratar la información 
  • Contrastación 
  • Metaevaluación 
  • Exigencias de rigor 
  • Seguimiento

No hay comentarios:

Publicar un comentario